Dormir es un estado fisiológico natural en el que el cuerpo y la mente se relajan y descansan.
Durante el sueño, el cuerpo realiza funciones importantes de reparación y recuperación, como la regeneración celular, la consolidación de la memoria y la liberación de hormonas que regulan el crecimiento y el apetito.
El sueño se divide en dos grandes categorías: el sueño MOR (Movimientos Oculares Rápidos) y el sueño no-MOR. El sueño no-MOR, a su vez, se divide en tres fases. Es importante destacar que el sueño sigue un patrón cíclico a lo largo de la noche, con varias repeticiones de los ciclos de sueño no-MOR y MOR. Cada ciclo dura aproximadamente 90 minutos, y se producen cuatro a seis ciclos a lo largo de la noche.
Transición entre el estado de vigilia y el sueño. La actividad muscular comienza a disminuir, la frecuencia cardíaca se ralentiza y la respiración se vuelve más regular. La duración es de aproximadamente 5 a 10 minutos.
Etapa más profunda del sueño. El ritmo cardíaco y la respiración se ralentizan aún más, y el cuerpo se prepara para el sueño profundo. La actividad cerebral disminuye y aparecen las llamadas ondas cerebrales del sueño. Representa aproximadamente el 50% del sueño total.
Es la fase más profunda del sueño no-MOR. El cuerpo se relaja por completo, el ritmo cardíaco y la respiración se ralentizan al mínimo y la actividad cerebral es muy baja. Importante para la reparación y regeneración del cuerpo y representa alrededor del 20% del sueño total.
Durante el sueño MOR, los ojos se mueven y el cerebro está activo. La actividad cerebral es parecida a la actividad cerebral durante las horas de vigilia. Los sueños ocurren durante el sueño MOR. Los músculos generalmente están flácidos para evitar movimientos.
El sueño es la mejor meditación.
Lider Budismo tibetano
Cuando dormimos de manera inadecuada de forma crónica, es decir, cuando no logramos obtener la cantidad y calidad de sueño que nuestro cuerpo necesita, pueden ocurrir una serie de problemas y trastornos que afectan nuestra salud física y mental.
Aumento del riesgo de hipertensión, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Aumento el riesgo de obesidad, diabetes y otros problemas metabólicos.
La falta de sueño adecuado puede debilitar el sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas.
La falta de sueño adecuado puede afectar el rendimiento cognitivo, el aprendizaje y la memoria.
La falta de sueño puede afectar el estado de ánimo y aumentar el riesgo de depresión y ansiedad.
Las alteraciones en el sueño pueden aumentar la producción de moléculas proinflamatorias.